Pienso todo esto viendo,
por gracia, trabajar a Marina Nuñez del Prado. Pocas veces he gozado
tanto siguiendo una rápida como la del demiurgo y como ella intuitiva.
En el caso de la vocación
absoluta, del creador nato, añadiendo a esto la más rigurosa
conciencia artesana. Sin elarde, en el silencio ardiente que llaman inspiración,
echando miradas rápidas hacia el modelo, quien a su vez sigue esa
diestra bruja, Marina cumple su comisión natural y sobrenatural
de doblar un rostro, un torso o un cuerpo entero. Como en los mitos, ella
nació para el menester de leer lo evidente al vuelo, y de rastrear
lo escondido, sacándolo a la ,luz y labrada toda ella por la luz
de los Andes, ha añadido al don de lugar su lealtad hacia la raza
indígena ...Marina es ya el caso de un maestro. A esta categoría
se llega generalmente hacia la vejez; los dioses que gobiernan la ruta
hacia la maestría no la hacen corta ni blanda para sus ahijados,
el escultor y el pintor. Para la boliviana genial la gracia se ha apresurado,
pues su obra lanzada es ya ancha, y ya podemos decir de ella, sin caer
en hinchazón, que ella “merece de la Patria", según la expresión
popular. Pero la Patria suya rebosa a Bolivia: ella comprende toda su América
india y mestiza. La fiesta es por lo tanto para todos nosotros.
Gabriela
Mistral, Premio Nobel :Retrato de Marina Nuñez del Prado .
“La
Nación” Buenos Aires , Oct. 1952. |