|
El mineral que se extraía del Cerro Rico previamennte
era trasladado a los ingenios donde se procedía a la combinación
con el mercurio con el fin de separar la plata de sus impurezas.
El mercurio o azogue era traído de las minas peruanas de Huancavelica, cuyo comercio monopolizaba la Corona. El mineral ya sin impurezas era traído a los hornos de la Casa de Moneda donde a 960,5 grados centígrados era convertido en barras o lingotes de plata de 25 cm. largo, 2 a 5 cm. de ancho y 0,5 cm. de espesor que finalmente llegaban al complejo mecanismo de laminación. Los hornos - cuyas salas actualmente se conservan como en siglos pasados - comprendían dos soportes de hierro que sujetan una callana o cesta que a su vez soportaba un crisol de grafito, completándose con un cucharón, rieleras o lingoteras y fuelles para dar aire. El fuego en los hornos era alimentado con keñua, arbusto nativo siendo mezclado con taquia o excremento seco de llama que tiene la propiedad de arder más tiempo, elevar la temperatura y producir menos humo. Solidificado el metal pasaba a la máquinas laminadoras pare su compactación. |